Con 13 metros de diámetro y 1.236 cristales de colores, el rosetón de la Seu de Palma, en Mallorca, conocido como el Ojo del Gótico, no pasa desapercibido, ni por fuera ni por dentro. Es, sencillamente, el que tiene la mayor superficie de vidrio de todas las catedrales góticas del mundo. ¿Por qué es así y qué significa? ¿Por qué ha inspirado el logotipo del Centro Universitario Beato Luis Belda?
Durante los siglos XII y XIII las catedrales fueron las mayores obras colectivas que se abordaban en las ciudades europeas. Justamente el último día de 1229, las tropas de Jaime I de Aragón, al grito de «Santa María, Santa María», tomaban Madina Mayurqa, la ciudad amurallada que los romanos conocían como Palma. El rey entraba poco después por la puerta principal.
Las obras de la catedral comenzaban a finales de ese siglo, ya bajo el reinado de Jaime II, sobre las ruinas de la antigua mezquita principal de la ciudad. Durarían tres siglos y medio y dieron origen al epítome de las catedrales góticas: la Catedral-Basílica de Santa María, la Seu, que es la más alta de esas características construida en una ciudad de costa y una de las más destacadas por sus vidrieras. Fue consagrada en 1601, ya bajo otra dinastía, la de los Habsburgo.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. (Jn 1,9)
Sobre esa lux vera a la que se refiere San Juan, nos aclara siglos después Santo Tomás, que en realidad la verdad es Dios mismo y Dios mismo es la verdad. Esa búsqueda de la verdad ha calado en un lema íntimamente relacionado que comparten varias universidades: lux et veritas, que utilizan, al menos, las Universidades de Yale en Estados Unidos y la de Santo Tomás en Chile. Los teólogos medievales distinguían entre lux universalis (Dios mismo, luz divina) y lux corporalis (la luz material del sol); al pasar la luz natural a través de las vidrieras y teñirse de colores, deja de ser luz común para convertirse en símbolo de la divinidad.
La Catedral de Mallorca, con sus cinco rosetones y decenas de ventanales, ejemplifica a la perfección la idea de la desmaterialización gótica: los muros prácticamente desaparecen bajo un manto de luz cromática que sugiere la presencia de lo sobrenatural. El edificio no es más que un enorme contenedor de metáforas visuales que simbolizan la idea de la divinidad, pero que también ayudan a que los hombres que se reúnen en ella sean la luz del mundo, Deus lux mundi, que dice el Evangelio de San Mateo en el episodio de las bienaventuranzas. Durante el siglo XIII, Durand, Obispo de Mende, sentenció que: «Las vidrieras son las Escrituras que esparcen la claridad del sol verdadero, es decir, de Dios, en la iglesia, iluminando los coros de fieles». La arquitectura y la luz transforman el espacio en una prefiguración celestial, alimentando la esperanza de la vida eterna y la visión de Dios.
Las catedrales y esta en especial inspiran también a quienes tienen la vocación de aprender, de investigar: de estudiantes y de profesores y también a las instituciones que estos conforman, como el Centro Universitario Beato Luis Belda.
Letras y geometría: el significado sagrado del Ojo del Gótico
El eje geométrico de esta colosal estructura concentra su significado espiritual en el centro. En el punto exacto de convergencia de su tracería, el rosetón de la fachada principal incluye el anagrama de la ‘M’ de María Virgen, titular de la Catedral. Esta ‘M’ es el corazón teológico que organiza y sostiene toda la estructura lumínica.
Su tamaño es consecuencia por un lado de la excepcional altura del edificio y por otro de la gran anchura de la nave central.
El rosetón es una ventana circular calada, que representa la unidad, cuya tracería se dispone de forma radial, un ejemplo paradigmático de la tracería de barra geométrica. Esta disposición radial, con sus cuatrilóbulos y rosetas, es la fuente formal directa de las formas simétricas que irradian en el logotipo de nuestro Centro Universitario.
La perfección geométrica interna se evidencia en que el rosetón mayor está compuesto por 24 triángulos equiláteros. La elección constante del triángulo equilátero, que cuando apunta hacia arriba simboliza la Santísima Trinidad y representa la máxima estabilidad estructural en la geometría, demuestra que el diseño gótico aplicaba principios rigurosos de ciencia y equilibrio.
La trinidad no sólo se refleja en la forma, también en los colores de las piezas de vidrio:
- Azul: el Padre, eterno y celeste.
- Rojo: el Hijo, encarnado y crucificado. Es también el símbolo del martirio cristiano.
- Amarillo/oro: el Espíritu Santo, fuego y luz.
Con una frecuencia menor aparece también el verde, que representa a la esperanza, al alma de los hombres y en general a la Iglesia en su tiempo ordinario. Por su parte, los triángulos con el pico hacia abajo simbolizan al hombre.
El espectáculo del Ocho: orden y sincronía
Más allá de su forma estática, la Catedral ofrece un fenómeno dinámico de luz que refuerza las nociones de equilibrio, trascendencia y la estabilidad del orden divino. Este evento, conocido como el Espectáculo del Ocho o el 8 de la Seu, es la manifestación de una comprensión avanzada del cosmos por parte de sus constructores.
El «Fenómeno del Ocho» ocurre solo dos veces al año, en fechas simétricas y de gran calado litúrgico: el 2 de febrero (Fiesta de la Candelaria) y el 11 de noviembre (Festividad de San Martín). Durante unos minutos al amanecer, la luz del sol naciente penetra por el Rosetón mayor de la cabecera y proyecta su reflejo, perfectamente delineado, en la pared de enfrente, justo debajo del rosetón opuesto de la fachada principal. Esta alineación crea la figura de un doble rosetón superpuesto, formando un claro número ‘8’.
La Restauración de Gaudí
Entre 1903 y 1915, Antoni Gaudí lideró un ambicioso proyecto de reforma litúrgica en la catedral gótica de Palma (la Seu), impulsado por el obispo Pere Campins. La catedral presentaba daños por un terremoto y problemas funcionales, como la ubicación del coro en la nave central. El proyecto de Gaudí buscaba adaptar el espacio a las nuevas formas litúrgicas, lo que implicó trasladar el coro gótico al presbiterio para liberar la nave central para los fieles y reubicar el altar mayor. Gaudí introdujo elementos decorativos innovadores y funcionales, como piezas cerámicas policromadas, lámparas votivas, y elaboradas barandas de forja.
Aunque el programa era extenso, incluyendo la reforma de las cubiertas y la Capilla de la Trinidad, una gran parte quedó inconclusa en 1914 debido a desacuerdos con el cabildo y constructores, y fue abandonado definitivamente tras la muerte del obispo Campins. La intervención de Gaudí se inscribe en la corriente romántica de restauración de catedrales, pero se distingue por su profunda aplicación de conceptos de reforma litúrgica.
Apertura de nuevas vidrieras
Un componente esencial de la restauración de Gaudí fue la mejora de las condiciones de iluminación interior de la catedral. Para ello, se proyectó la apertura de las vidrieras que habían sido cegadas con mampostería. El diseño para el conjunto de vidrieras del presbiterio estaba destinado a representar las invocaciones Regina de la Letanía Lauretiana.
Gaudí empleó un concepto profundamente naturalista conocido como tricromía, que consistía en superponer tres cristales de colores para que la luz solar se convirtiera en el agente formador de los tonos. Artistas como Ivo Pascual, Jaime Llongueras y Joaquín Torres García colaboraron en el diseño.
Lamentablemente, al igual que otras partes del proyecto, las vidrieras quedaron incompletas, y seis de las nueve proyectadas quedaron pendientes de ejecución cuando Gaudí dejó la obra en 1915.
La inspiración para nuestro logotipo
El logotipo del Centro Universitario Beato Luis Belda se inspira en las vidrieras de la Catedral de Mallorca para transmitir luz, conocimiento y fe, situando al alumno en el centro como eje y rodeándolo de formas simétricas que aportan conceptos de equilibrio y ciencia, con un diseño circular que refuerza la idea de unidad.
