Formación de calidad
Luis Belda y Soriano de Montoya fue un jurista, propagandista católico y mártir cuya vida comprende los valores fundamentales que inspiran el proyecto educativo del CEU en las Islas Baleares, al que da nombre. Fue beatificado en marzo de 2017. En su biografía, destaca su profundo compromiso con la ley, con la justicia social y, de forma crucial, con la misión fundacional de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

Luis Belda Soriano: un laico comprometido con una
misión
La inauguración del nuevo centro universitario del CEU en las Islas Baleares se erige bajo la protección del Beato Luis Belda Soriano de Montoya (1901–1936), una figura que conecta el rigor profesional con la santidad personal y el activismo social cristiano. Su vida, marcada por el servicio público y culminada en el martirio, proporciona un modelo de coherencia para las futuras generaciones de estudiantes de las islas. Su beatificación, celebrada el 25 de marzo de 2017, reconoce su sacrificio como uno de los 115 mártires de Almería asesinados por odio a la fe en 1936, validando un legado de fe activa en la vida civil y profesional.

I. El jurista nacido en Palma y su vocación
Luis Belda nació en Palma de Mallorca el 11 de diciembre de 1901, en el seno de una familia de once hijos, siendo bautizado en la céntrica Parroquia de Santa Eulalia. Sus padres fueron el castrileño Antonio Belda Martínez y María del Carmen Soriano de Montoya y Verea de Aguiar, nieta del historiador gallego José Verea de Aguiar. Trasladada la familia a Madrid, el 27 de octubre de 1910 recibía su primera comunión en el madrileño templo de la Concepción.
Posteriormente adquirió una formación rigurosa en Derecho, demostrando posteriormente su excelencia al ganar por oposición la plaza de Abogado del Estado. Se casó en la ciudad de
Madrid, en 1925, con Josefina Alberti Merello —hermana del poeta Rafael Alberti— y formaron una familia de seis hijos. Fue destinado a Almería, donde compaginó su labor en la administración pública con la apertura de un bufete privado.
La verdadera dimensión de su vocación de servicio se manifestó tempranamente a través de su compromiso social. Desde muy joven, en Madrid, Belda ingresó y colaboró estrechamente con la Asociación de San Vicente de Paúl. En esta organización, no se limitó a la teoría, sino que se dedicó a la práctica de la caridad, ofreciendo conferencias y, de manera crucial, visitando a los necesitados. Esta dedicación a la asistencia caritativa y el apoyo moral al prójimo establece un fuerte vínculo entre el Beato y la dimensión del cuidado integral y humanitario de la persona.
II. La misión educativa del propagandista
El motor principal de la vida de Luis Belda, y su vínculo más orgánico con la identidad del CEU, fue su militancia activa en la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
En 1934, se convirtió en cofundador y secretario del Centro de la ACdP en Almería. Desde esta posición de liderazgo, su trabajo se centró en la formación y la evangelización social, sirviendo como colaborador cercano del Obispo de Almería y como abogado de la Compañía de Jesús. Belda extendió su apostolado a través de conferencias, círculos de estudio y la publicación de artículos en prensa, centrándose especialmente en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y la defensa de la familia cristiana.
El testimonio educativo de Belda se concentra en la Escuela Social Obrera (ESO) que él mismo organizó desde el Centro de la ACdP en Almería. La ESO representó la respuesta de la Asociación a los desafíos sociales y económicos de la época, ofreciendo formación rigurosa a laicos y trabajadores para que pudieran aplicar soluciones cristianas a los problemas laborales. Al ser cofundador, secretario y principal organizador de este centro formativo, Luis Belda se consolidó como un educador institucional de la fe y la justicia social.
Esta labor formativa es el antecedente directo de la misión de la Fundación CEU Luis Belda. La elección de Belda como patrono universitario subraya la continuidad histórica entre la educación social obrera que él impulsó y la educación universitaria moderna que imparte el CEU.
III. Ley, justicia y compromiso cívico
Como Abogado del Estado, Luis Belda demostró que la excelencia profesional podía y debía estar al servicio del bien común. Su compromiso no se limitó a su trabajo jurídico, sino que se
extendió a la esfera cívica y política.
Impulsado por el creciente clima de hostilidad religiosa en la Segunda República, Belda se vinculó a Acción Popular, el partido social cristiano promovido por el Siervo de Dios Ángel
Herrera Oria. Este compromiso culminó en su nombramiento como Presidente de la Junta Provincial de Reforma Agraria. Este rol lo situó en el centro de uno de los procesos legislativos más complejos y delicados de la época, demostrando su profunda dedicación a buscar soluciones justas y legales para los problemas estructurales del campo español, en línea con la Doctrina Social de la Iglesia.
Además de su servicio profesional, Belda fue un testigo valiente de su fe. Fue vicepresidente de la Adoración Nocturna y un socio activo de la Congregación de Caballeros de la Inmaculada.
Un acto particularmente memorable de su compromiso cívico-religioso ocurrió en 1931, cuando se «lanzó a la calle» para proteger la imagen de la Virgen del Mar y custodiar el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, desafiando abiertamente la hostilidad anticlerical del momento.
IV. El martirio y el perdón: un legado para el liderazgo
Su visibilidad como jurista católico comprometido con la acción pública lo convirtió en un objetivo. Al iniciarse la persecución religiosa en el verano de 1936, Belda fue detenido. Esta medida fue acompañada de otras medidas contra su persona: le quitaron su título de Abogado del Estado y su casa fue confiscada, buscando no solo castigar al creyente, sino anular su huella civil y profesional.
Belda fue encarcelado en el barco prisión Capitán Segarra en Almería. Desde allí, tuvo el consuelo de conversar con su esposa, Josefina, antes de su ejecución inminente. El 6 de agosto, en un acto que sella su testimonio de caridad, se despidió de ella con palabras de perdón: “He confesado con el padre Santaella y quiero que hagas saber a los que me han ofendido que los perdono de todo”.
Este gesto de perdón incondicional, documentado en su proceso de beatificación, es un acto de santidad que define su legado. En la noche del 14 de agosto de 1936, Belda y otros 22 presos fueron sacados del barco por un comité de la FAI. Fueron trasladados a la playa de La Garrofa, donde fueron ametrallados.
Luis Belda Soriano murió a los 35 años, abrazado a sus compañeros y proclamando a Cristo.
El Beato Luis Belda ofrece al nuevo centro universitario del CEU en las Islas Baleares un ejemplo heroico de compromiso con la fe y de humanismo cristiano. Su memoria inspira a la comunidad académica a buscar la excelencia profesional y el servicio público, la defensa de la dignidad humana y el ejercicio de la caridad en coherencia con la fe en la vida cotidiana. Su ejemplo es el cimiento sobre el que se edifica la identidad de esta nueva institución al servicio de la sociedad balear.